Hace relativamente poco (15 de febrero de 2019) se estrenó, en la
plataforma de streaming Netflix, la
serie Umbrella Academy. Debido a la gran cantidad de contenido que las
plataformas vomitan sobre sus usuarios, la misma pasó inicialmente desapercibida.
No obstante, la popularidad no tardaría en llegar en los siguientes días.
Algo tenía esta serie que me atrajo considerablemente. En ese momento, no
sabía exactamente qué era, pero tenía un buen presentimiento respecto a la
misma.
–En este punto, considero necesario advertir al lector de mi predilección
por Watchmen: tanto la novela gráfica de Alan Moore y Dave Gibbons, como su
adaptación al cine de la mano del director Zack Snyder.-
El Culto a la Novedad (Cult of New) ha ido convirtiendo al público general en
feroces críticos; al fin y al cabo, hay que tener en cuenta que si algo no nos convence,
tenemos una tonelada de contenido esperando para ser deglutida. El acabar las cosas…
empieza a estar sobrevalorado. No sé si fue antes el huevo que la gallina, pero
los primeros episodios, de casi cualquier serie estrenada en los últimos años,
tiene que poner toda la carne en el asador y convencer al espectador de que se
quede. Espero que se me perdone el símil culinario: el primer bocado determina
si te comes el plato entero. Algo que parece tener sentido, la verdad. Hablemos
pues del glutamato monosódico y de otros potenciadores del sabor. Espera, mejor
no, pasemos al párrafo siguiente.
La Academia del Paraguas empieza desplegando su trama con elegancia: el
esquema narrativo se viste de forma sofisticada y gusta a todos, sin muchas
florituras pero huyendo de los esquemas clásicos. El espectador se preguntará “¿Qué
está pasando aquí?” sin sentirse perdido, con la dosis justa de tensión. Dicho
esto, hablemos del glutamato monosódico: la serie abusa del cliché para
ahorrarse tiempo –que es oro, literalmente- y la recurrencia, al ideario
general, empieza a ser aburrida. El guiño a las obras de referencia empieza a
convertirse en flirteo con el plagio. No obstante, en el momento en que vivimos,
la palabra plagio tiene una nueva acepción: “broma de mal gusto”. Everything is a Remix, ¿o no? El caso es
que nadie se hubiese acordado de si plagia, guiña u homenajea, si hubiese
innovado, aportando algo al género. Pero no es el caso: Umbrella Academy tiene
personajes planos y estereotipados, el desarrollo personal de los mismos es
insuficiente y, por tanto, sus acciones resultan incoherentes. Eso sí, tiene un
“mayormono”, al número 5, robots, vello corporal, saltos temporales y otros
saborizantes que harán que el resultando parezca potente; pero no te engañes,
el procesado ha llegado a las series y te descubrirás saboreando un rico trozo
de cartón, que entra por el ojo, que sabe bien, pero que se digiere francamente
mal.
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